El Río Negro: Testigo Vivo de la Integralidad de la Vida
El Río Negro, mayor afluente de la margen izquierda del Amazonas y séptimo mayor río del mundo en volumen de agua, nace en las montañas colombianas y recorre aproximadamente 2.250 kilómetros hasta encontrarse con el Río Solimões en Manaos, donde da origen al Río Amazonas. Sus aguas oscuras, teñidas por los ácidos de la descomposición lenta de materia orgánica del bosque, son testimonio elocuente de los ciclos de vida, muerte y regeneración que sostienen la Amazonía desde hace milenios.
En sus márgenes habitan decenas de pueblos indígenas y comunidades tradicionales que, por siglos, han sido guardianes de su biodiversidad y de saberes ancestrales sobre la convivencia armoniosa con los ciclos naturales. El encuentro de las aguas negras del Río Negro con las aguas barrosas del Solimões, que corren lado a lado sin mezclarse por kilómetros, nos enseña que diferentes orígenes y trayectorias pueden fluir juntas manteniendo sus identidades mientras caminan hacia un destino común. Esta lección de la naturaleza inspira el espíritu de esta Declaración: la convergencia de diferentes tradiciones, creencias y pueblos en torno a un compromiso compartido con la vida.
Proclamar esta Declaración en las márgenes del Río Negro, el 31 de octubre de 2025, reuniendo líderes del campo religioso e interreligioso, sociedad civil y academia, es reconocer que la crisis climática ya se manifiesta en estas aguas, que en 2021 alcanzaron su mayor crecida histórica y en 2023 su nivel más bajo en 121 años. El Río Negro nos convoca a actuar con la urgencia de quien comprende que el tiempo de la inacción ya pasó.
DECLARACIÓN DEL RÍO NEGRO
Proclamada por líderes del campo religioso e interreligioso, sociedad civil y academia reunidos a las márgenes del Río Negro, en Manaos – Amazonas (Brasil), el 31 de octubre de 2025.
Preámbulo
Las tradiciones religiosas y las espiritualidades indígenas, presentes en todos los continentes y compartidas por más de seis mil millones de personas, convergen en este momento histórico en que la humanidad se prepara para la 30ª Conferencia de las Partes sobre Cambio Climático (COP30), en la Amazonía brasileña.
Este encuentro representa una oportunidad sin precedentes para reafirmar un compromiso global ético y espiritual con la protección de la vida, de la “Casa Común” y de los pueblos más vulnerables. Es una semilla que nace en el Corazón de la Amazonía como respuesta al clamor del mundo.
La crisis climática, que ya se manifiesta con intensidad creciente en todos los rincones del planeta, no es apenas ambiental, técnica o económica — es, sobre todo, una crisis espiritual, moral y ética. Es un llamado a la consciencia colectiva de la humanidad, a la responsabilidad intergeneracional y a la solidaridad universal, para reconstruir una relación de respeto, reciprocidad y cuidado con todas las formas de vida.
1. Clamor por la Vida
Testimoniamos diariamente el sufrimiento de las poblaciones amazónicas y de tantas regiones tropicales: familias sin hogar por inundaciones, comunidades afectadas por la contaminación de los ríos, niños enfermando por el humo de los incendios, comunidades enteras amenazadas por la sequía y el calor extremo. No podemos (y no debemos) aceptar la indiferencia ante el dolor y la destrucción. Levantamos nuestras voces para exigir coraje político y compromiso ético. Convocamos a un nuevo pacto global por la vida, en el que fe, ciencia y acción caminen juntas para restaurar la dignidad humana y del planeta.
2. Responsabilidad Intergeneracional
La Tierra es una herencia sagrada confiada a la humanidad para ser cuidada y transmitida a las futuras generaciones. Es deber moral y espiritual asegurar que las próximas generaciones reciban un planeta habitable y fértil — heredamos un jardín, no debemos legar un desierto. Los líderes globales deben adoptar metas concretas y vinculantes para limitar el calentamiento global, garantizar el financiamiento climático justo y accesible, y respetar los derechos de los pueblos indígenas, quilombolas y comunidades tradicionales, guardianes de la biodiversidad y de la sabiduría ancestral.
3. Transición hacia Economías Regenerativas
La lógica extractivista que explota la Tierra como recurso infinito necesita ser sustituida por modelos regenerativos, basados en reciprocidad, simplicidad y equilibrio con los ciclos naturales. Debemos promover una economía que valore e incentive a quien conserva, restaura y comparte — no a quien destruye. La prosperidad verdadera es aquella que incluye el bienestar de todas las criaturas, y no apenas indicadores financieros.
4. Integralidad de la Vida: Personas, Planeta y Prosperidad
No hay prosperidad humana sin la salud de los ecosistemas. La crisis climática es simultáneamente espiritual, social y económica, y exige respuestas que integren el cuidado de la Tierra y el cuidado de los pobres. Superar la falsa dicotomía entre desarrollo y conservación es esencial: no hay futuro sostenible sin una consciencia ecológica integral.
5. Cooperación y Responsabilidad Compartida
Ninguna nación, tradición o sector puede enfrentar solo la crisis climática. Es necesaria una colaboración sin precedentes entre gobiernos, sector privado, comunidades religiosas, pueblos indígenas y sociedad civil. El diálogo interreligioso e intercultural aliado a la construcción de asociaciones y coaliciones son caminos de paz, equidad, solidaridad, protección de la dignidad humana para todos en todas partes, y también constituyen una fuerza transformadora para la acción climática global.
LLAMADO A LA ACCIÓN
La COP30 necesita ser la COP de la Implementación. El tiempo de las promesas terminó. Es hora de actuar con responsabilidad y urgencia, garantizando:
Limitación del calentamiento global a 1,5°C, con adopción de metas de reducción de emisiones;
Protección integral de los pueblos y territorios del bosque, incluyéndose la demarcación de las tierras indígenas y valorización de los saberes ancestrales indígenas y africanos;
Fortalecimiento de políticas de prevención y respuesta a desastres climáticos;
Acceso universal al agua potable, aire limpio, alimentos nutritivos y salud pública;
Refuerzo de los órganos ambientales y científicos para fiscalización y combate a la deforestación;
Inversión continua en educación ambiental — de carácter transversal, desde la educación infantil hasta la enseñanza superior — y en investigación científica;
Compromiso de la juventud y de las comunidades más afectadas en la construcción de soluciones climáticas locales y globales;
Remuneración justa e incentivos a quien protege y restaura ecosistemas;
Respeto a los límites de la naturaleza y veto a proyectos de alto impacto socioambiental.
Compromisos Urgentes
A los Gobiernos: Adoptar metas ambiciosas y vinculantes de reducción de emisiones, cumplir los compromisos financieros climáticos, implementar políticas de transición justa que no dejen a nadie atrás y asegurar la debida protección de los bosques y de sus pueblos.
Al Sector Privado: Alinear estrategias corporativas a los objetivos climáticos, acelerar la transición energética, eliminar la deforestación en las cadenas de suministro y garantizar transparencia total en prácticas de sostenibilidad.
A la Sociedad Civil: Mantener vigilancia sobre compromisos asumidos, fomentar acciones concretas y ambiciosas, construir asociaciones y movimientos de base para transformación socioambiental.
Al Sector Educacional: Formar personas conscientes y comprometidas con el enfrentamiento de los problemas ambientales, buscando capacitarlas con competencias y habilidades para la garantía de un medio ambiente limpio, saludable y sostenible.
A las Comunidades Religiosas: Educar a creyentes y líderes sobre las dimensiones espirituales y éticas de la crisis climática, integrar prácticas sostenibles en sus instituciones, y respetar las creencias autóctonas y ancestrales que expresan la integración entre humanidad y naturaleza.
SOBRE LA DECLARACIÓN
La Declaración del Río Negro resulta de una construcción colaborativa involucrando personas vinculadas a diversas instituciones religiosas, interreligiosas, de la sociedad civil y de la academia. Por medio de un proceso participativo, el documento fue adoptado simbólicamente en Manaos, Amazonas (Brasil), el 31 de octubre de 2025, a las márgenes del Río Negro. La Declaración es un instrumento abierto, disponible para ser utilizado por cualquier persona, comunidad o movimiento comprometido con la defensa de la vida en todas sus formas.
El documento se fundamenta en una rica tradición de pronunciamientos y perspectivas sobre medio ambiente y clima, incluyendo textos religiosos, declaraciones, encíclicas, convenciones, compromisos, informes y experiencias de numerosas tradiciones religiosas, espirituales, éticas y culturales.
Entre los movimientos e iniciativas que inspiraron este proceso dialógico, se destacan: Rede Amazonizar, Foro Interreligioso del G20 (IF20), Iniciativa Interreligiosa para los Bosques Tropicales (IRI), Iniciativa Fe por la Tierra, Instituto de Estudios de la Religión (ISER) y su iniciativa Fe en el Clima, Asociación de Mujeres Indígenas del Alto Río Negro - Numiã Kurá (AMARN), Instituto Witoto, Programa de Acción Climática del Parlamento de las Religiones Mundiales, Tapiri Ecuménico e Interreligioso, Coordinación Ecuménica de Servicio (CESE), iniciativa Fe por la Biodiversidad, Al-Mizan, Pabellón de la Fe, Alianza Evangélica Mundial, Tearfund, Iniciativa de las Religiones Unidas (URI), Coordinación de las Organizaciones Indígenas de la Amazonía Brasileña (COIAB), Movimiento Laudato Si’, Red Eclesial Pan-Amazónica (REPAM), Comisión de Ecología Integral de la Arquidiócesis de Manaos, Articulación Amazónica de los Pueblos Tradicionales de Matriz Africana (ARATRAMA), Servicio Internacional Cristiano de Solidaridad con los Pueblos de América Latina “Mons. Óscar A. Romero” (SICSAL), Instituto Nacional de Investigaciones de la Amazonía (INPA) y Centro Brasileño de Estudios en Derecho y Religión (CEDIRE).